lunes, 6 de abril de 2009

Oración por Chano Lobato

(Chano Lobato, por Begoña Rivas.)

Texto de Manuel Martín Martín, copiado de aquí.

Mal comenzó La Semana Mayor para los flamencos. Se ha ausentado el maestro de Cádiz como siempre, sin molestar, y mientras Sevilla, su Sevilla, aunque él era bético hasta las cachas, se pavoneaba en las horas gozosas del Domingo de Ramos, más allá de las Palmeras, en su domicilio de la calle Ganso, las palmas a compás enmudecían porque a las once de la noche, cuando la Amargura enfilaba la cuesta de Argote de Molina al compás de sones alcalareños, fallecía Juan Miguel Ramírez Sarabia, ‘Chano Lobato’, el gran maestro de la escuela de Cádiz, algo así como un pintor que retrató luces gaditanas amplificando algunas voces en su sentido más alegre y festero.
Chano Lobato (Cádiz, 1927), se inició a los 16 años de edad en la venta La Palma, junto a Aurelio Sellés, Antonio el Herrero y Servando Roa, para trasladarse a Madrid y pasar de seguida a cantar para el baile, entre otros, de Pastora Imperio, Pilar López, Alejandro Vega, el genial Antonio, Manuela Vargas y Matilde Coral.
Hacia 1954 hizo su primera grabación para el conjunto del guitarrista Paco Aguilera, haciendo lo propio más tarde, en 1966, para el guitarrista Juan Serrano, y al año siguiente con Antonio, mas se da a conocer a la afición en 1973 merced al poeta Antonio Murciano y a través del disco ‘Oído al cante de Chano Lobato’, junto a Manolo Sanlúcar.
En el decenio de los ochenta fue progresivamente cantando “alante” hasta erigirse en maestro supremo, maestría que, aunque manifestada tardíamente, aporta un elemento estético-descriptivo que le distingue de sus coetáneos: su detallado realismo y el conocimiento exhaustivo de la cultura musical de la Gades milenaria.


Cantaor de personalidad propia.
A partir de entonces muestra, desde diversos ángulos, una personal y convincente concepción de la relevancia cantaora de Andalucía. Se erige, pues, en prototipo de cantaor difícil de encasillar, devuelve a Cádiz su más ancestral tradición cantaora pero actualizada y demuestra que el flamenco nunca es lineal, sino plural, lleno de concentraciones pero también de dispersiones. Mas la gran hazaña de su pluralismo estético es, precisamente, haber establecido como principio esencial del arte la libertad de vías para crear. Y es que para un cantaor gaditano hasta la médula como Chano Lobato, ser verdaderamente libre es tratar de alcanzar los más altos y sutiles ideales del actor creador. Difícil, por tanto, hallar hoy una expresión gaditana tan regocijante, universal e irresistible como la suya.
En tal sentido, la propuesta existencial de Chano encuentra en sí misma su propia significación y su confirmación de gran maestro, sin comicidad de ningún tipo, como algún que otro interesado ha pretendido divulgar, hasta el punto que habría que erigir en torno a su obra un alto pedestal para que su aliento contagie al resto del mundo.
A esta luz, el prodigio de su memoria cantaora le permitió, hasta su última actuación en marzo de 2007 en el sevillano Teatro de la Maestranza, que la descripción estilística se apoderara de cualquier tipo de auditorio, y lo hacía con objetividad científica, a modo de un especialista que había estado 60 años con el microscopio en la garganta para trabajar porción a porción por una totalidad inventada que hoy en justicia le pertenece.
El gaditano no analizaba, pues, los cantes como lo haría un investigador, sino que los sintetizaba para luego hacerlos explosionar con el ímpetu de un volcán, esto es, trasladaba la concentración, el intenso lirismo, el equilibrio y tensión musicales de sus creaciones más concisas a líneas y horizontes más amplios y ambiciosos desde un punto de vista formal.
Desde esta visión, la naturaleza a que regresaba la propia naturaleza de los cantes de Chano Lobato, era una naturaleza de vivencias delicadas, cuidadosamente expurgada, agradablemente perfumada, y su actitud magisterial era, en consecuencia, como la del representante seguro y digno de confianza de un pueblo, el gaditano, que es virtuoso para la música y moralmente irreprochable.

Impresiones erróneas.
Sea como fuere, justo es significar que más allá de ver en él a una de las más ejemplares y placenteras figuras que puedan encontrarse en el panorama gaditano, su misma falta de pretensiones, su devoción por las formas rítmicas y el sesgo de vitalidad y frescura que otorga a su tarea cantaora, consciente de sus fuerzas ante sus predecesores, le dieron incluso una falsa impresión de minoridad.
Esto explica que muchos puedieran ignorar que estábamos ante un gran cantaor, sabiamente apegado a los modelos locales, al sabor de la tierra, y con la extraordinaria virtud de resucitar entre nosotros el alto valor moral de aquellos estilos que dan carta de naturaleza al Sur de sures. Aún así, lo que más ha de interesar a la afición al cante y a los amigos incontables del maestro, es que con Chano Lobato se abrieron las puertas del ritmo y nos asaltó una poderosa sensación de desnudez, ya que desvestía el cante con un hechizo acompasado indescriptible y nos hizo partícipes de todo su brillo expresivo.
Por último, vislumbramos igualmente en este ‘Compás de Cante’ y Medalla de Andalucía un elemento definitorio y común de su posición: la descripción de los paisajes musicales, más como observador que como idealizador, como buen explorador de sus propias raíces, de ahí que su magisterio y memoria se prolonguen más allá de su marco cronológico propio, ya que evidencia que supo describir la inquietud y sustancia de un cante realmente vivo, al que sentimos respirar y al que reconocemos como forma irrepetible.
Al tiempo de su adiós, y cuando celebramos el centenario de su amigo y maestro, Antonio mairena, justo sería parafrasear a Félix Grande cuando elogió la obra inconmensurable del primer hijo predilecto de Andalucía: todo lo que no esté en Chano Lobato en los cantes de Cádiz, hoy no está en ningún otro artista. Él fue quien le puso ritmo a la memoria.

(Por Manuel Martín Martín)
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Felíz visibilidad progresiva lunar ... felíz cuarto creciente, en conjunción con Saturno en Leo.
Felíz descanso.


Un abrazo de la que gira

Anónimo dijo...

He escrito sin haber leído el texto, porque has actualizado en el momento... con lo que poco respeto el mío.

Hace unos días lo recomendabas, y ahora leo y silencio. Un "quejío más p ál cielo de los acordes y desgarres de alma)

La que gira (en espiral)

Anónimo dijo...

Recuerdo su sentido del humor y las anécdotas de su Cádiz natal que relataba con todo lujo de detalles. La platea agradecida y la risa espontánea al unísono.