El problema epistemológico acerca de la realidad de nuestro conocimiento, se plantea sólo en la limitación de nuestros órganos de los sentidos. Nos permiten conocer la parte de la realidad en contacto con nosotros a lo largo de la vida. No hay razón para dudar de la “verdad parcial” que recibimos a nivel individual. Podemos pensar que como sistema-sociedad nos acercamos más al conocimiento total de la realidad de la naturaleza con la suma de las percepciones individuales.
La percepción de la totalidad del sistema-sociedad enriquece la de un individuo gracias a los procesos de información y de comunicación. Un individuo informado es el que ha percibido más estímulos energéticos. Cuando la percepción trasciende se hace conocimiento de la totalidad, depende del conocimiento, y cuando se retiene, se convierte en memoria. El acercarse al conocimiento de la totalidad depende del conocimiento acumulado en los individuos y en la sociedad. El conocimiento de todos los seres humanos vivos que integran el sistema-sociedad constituye la totalidad del conocimiento existente. Este conocimiento total puede corresponder al patrimonio cultural, científico y técnico del sistema-sociedad.
Las necesidades energéticas de un ser humano son complejas. Pero las necesidades energéticas del sistema-sociedad son aún más. Todas las funciones propias del conocimiento son necesarias para la satisfacción de las necesidades energéticas, tanto del individuo como del sistema-sociedad.
El conocimiento de la totalidad del sistema-sociedad es más complejo y superior que el conocimiento de un individuo, siendo el primero un organismo con mayores necesidades energéticas para mantenerse integrado, que el segundo. A esta necesidad vital responde la existencia del conocimiento. El proceso del conocimiento es parte necesaria de los sistemas biológicos, desde los más primitivos hasta los más sofisticados, para que existan como tales y para que continúen existiendo. Todas las funciones del pensamiento, del entendimiento, del conocimiento y de la conciencia, constituyen la información de los organismos compuestos por materia y energía.
La percepción, el conocimiento, el aprendizaje y la memoria, de la parte de la naturaleza que esta a nuestro alcance inmediato y mediato, requieren energía para estimular receptores y para que funcione el sistema nervioso. El pensar es la capacidad de manejar internamente las imágenes que percibimos del mundo exterior y es posible debido al consumo de energía. El pensamiento, por ser una función mental que integra imágenes y que las generaliza en conceptos, es una función que se opone a la entropía. El raciocinio es a su vez, la máxima expresión del pensamiento.Es necesario que se utilice energía para que se manifieste el conocimiento, la memoria y el razonamiento. La actividad motora, particularmente el lenguaje, es la única forma que existe para saber cómo se manifiesta el pensamiento adquirido por la experiencia (Eduardo Cesárman: Hombre y Entropía).
El lenguaje, tanto articulado, escrito o expresado, y todas las actividades motoras del organismo constituyen el comportamiento humano. El comportamiento es movimiento de la materia y consumo de energía.
El conocimiento que se adquiere por medio de la experiencia, los reflejos condicionados, los mismos instintos que se heredan, son manifestaciones del movimiento de la materia, en tanto son funciones del sistema nervioso central. Estas funciones tienden a preservar el organismo de la entropía a la que tiende el universo. Representa el fugaz contraste que hay entre materia viva integrada en los organismos y el resto de la materia del cosmos.
Los organismos biológicos, entre más desarrollados se encuentren en la escala biológica, más dependen de motivaciones internas para determinar su comportamiento. Motivar significa inducir al movimiento. De ahí que las motivaciones se manifiesten directamente a partir del comportamiento motor. Sin la existencia del lenguaje, el psicoanálisis sería imposible de realizar.Los motivos que determinan el comportamiento dependen de la necesidad de satisfacer las necesidades fisiológicas del individuo para mantenerse integrado y desarrollarse, por ejemplo: beber, comer, descansar; por otro lado, las que provienen de su historia y sus experiencias. Ciertas necesidades que debe satisfacer el ser humano las comparte con los demás hombres que componen al sistema-sociedad. La satisfacción de las necesidades fisiológicas requiere un consumo de energía.
Los conceptos de la termodinámica y de la entropía pueden ser aplicados al estudio de los fenómenos psicológicos, a lo cual John Sonne dice: “Es fundamental para esta presentación el suponer que los procesos psíquicos y los procesos ínterpsíquicos no son independientes de los procesos físicos (procesos químicos, biológicos o fisiológicos) y que una ley fundamental a nivel de la física no es valida a menos que también pueda aplicarse a nivel de los procesos psíquicos… La aplicabilidad de estos conceptos a los procesos biológicos, psicológicos y sociales es difícil de demostrar; sin embargo, en los años recientes ha habido un interés creciente, sobre todo de parte de los físicos, en relacionar estos conceptos con el compartimiento humano y la comunicación”.
Es indudable que las funciones de la psique son las que más integran y diferencian al ser humano de sus alrededores. Una psique que percibe, registra e integra información, es un sistema que disminuye su entropía en tanto se diferencia. Una psique que no recibe información o que no la integra, es una psique sumergida en el caos y cuya entropía aumenta en tanto se iguala con el ambiente.
Por Ariosto Aguilar.