Vídeo documental sobre tecnología de microondas, proyecto HAARP y armas de control clímático.
Visto en www.aporrea.org , pincha aquí.
jueves, 30 de abril de 2009
Nuevas armas por venir
Escrito por Compás abierto a las 23:20 0 respuestas
Secciones De otros lados
Diez consejos de Osho.
Escrito por Compás abierto a las 21:25 8 respuestas
Secciones De otros lados
domingo, 26 de abril de 2009
No disparen a Celtas Cortos
Escrito por Compás abierto a las 12:57 12 respuestas
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viernes, 17 de abril de 2009
Comiéndonos
Escrito por Compás abierto a las 18:53 17 respuestas
Secciones El Búcaro
jueves, 16 de abril de 2009
14 de abril
No todas las celebraciones de aniversarios de los grandes acontecimientos históricos en cada país tienen la misma motivación ni la misma finalidad. Unas son festivamente orgullosas, como las del 4 de julio en los EE.UU. y 14 de julio en Francia, porque son fechas simbólicas de la conquista de la libertad colectiva, contra el absolutismo monárquico. Otras son tristemente nostálgicas, como la del 14 de Abril de 1931 en España, porque recuerdan la promesa de lo que pudo ser y no fue, sin haber dejado rastro institucional de aquella esperanza de liberación. Es normal que tantos años de dictadura y de Monarquía de Partidos, tanta propaganda oficial contra la verdad de lo que significó el día de aurora de la libertad para los españoles, y en medio de una pobre cultura que solo admira el éxito de lo actual, hayan terminado por unir el recuerdo de la República con el de la guerra civil.
La historia de los historiadores no ha hecho justicia al prometedor alumbramiento, casi espontáneo, de la II República, ni a la debilidad congénita que la condujo, por sus deméritos institucionales, al cementerio de las ideas. La novela tampoco ha explicado bien las causas de aquella exaltación y de aquella caída. Con los feos espectros republicanos creados por la ideología franquista y monárquica, entre las brumas de tan impía propaganda, la gran mayoría de los españoles sigue confundiendo la causa de la República con los motivos de la Guerra civil. Y los rescoldos republicanos que aún perviven, por narcisismo de los mayores y rechazo monárquico de los jóvenes, avivan esa suicida confusión. La República Parlamentaria llamó a gobernantes inteligentes y honestos, pero sin talento de estadistas capaces de domeñar, por medios institucionales, las ensoñaciones ideológicas de las masas. La República no fue responsable de la guerra civil. Carecía de un poder ejecutivo independiente del legislativo que, con el absoluto control del poder militar, pudiera evitarla.
Pero ni siquiera esta débil concepción de la República puede ser achacada a los dirigentes políticos que inspiraron su Constitución. Su preparación era parecida a la de sus colegas europeos. Incluso Ortega y los intelectuales que se agruparon en defensa de la República no percibieron la causa de la impotencia constitucional. Desde el final de la guerra del 14, ni un solo pensador, intelectual o político europeo comprendió la incapacidad del sistema parlamentario, monárquico o republicano, para impedir el triunfo del fascismo. Sólo encontramos los presentimientos de André Tardieu, tres veces Presidente del Gobierno francés, que en 1936 llamó al sistema parlamentario “servidumbre de la unanimidad y tiranía oligárquica”, o las lamentaciones de Léon Blum, desde un campo alemán de concentración, añorando la superioridad democrática de los sistemas americano y suizo.
"La idea sobrevive al hecho que la causó, como el pie amputado sigue vivo en el cerebro."
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martes, 7 de abril de 2009
Principios de abril. Barcelona y Gandía.
Escrito por Compás abierto a las 18:25 10 respuestas
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lunes, 6 de abril de 2009
Oración por Chano Lobato
Mal comenzó La Semana Mayor para los flamencos. Se ha ausentado el maestro de Cádiz como siempre, sin molestar, y mientras Sevilla, su Sevilla, aunque él era bético hasta las cachas, se pavoneaba en las horas gozosas del Domingo de Ramos, más allá de las Palmeras, en su domicilio de la calle Ganso, las palmas a compás enmudecían porque a las once de la noche, cuando la Amargura enfilaba la cuesta de Argote de Molina al compás de sones alcalareños, fallecía Juan Miguel Ramírez Sarabia, ‘Chano Lobato’, el gran maestro de la escuela de Cádiz, algo así como un pintor que retrató luces gaditanas amplificando algunas voces en su sentido más alegre y festero.
Chano Lobato (Cádiz, 1927), se inició a los 16 años de edad en la venta La Palma, junto a Aurelio Sellés, Antonio el Herrero y Servando Roa, para trasladarse a Madrid y pasar de seguida a cantar para el baile, entre otros, de Pastora Imperio, Pilar López, Alejandro Vega, el genial Antonio, Manuela Vargas y Matilde Coral.
Hacia 1954 hizo su primera grabación para el conjunto del guitarrista Paco Aguilera, haciendo lo propio más tarde, en 1966, para el guitarrista Juan Serrano, y al año siguiente con Antonio, mas se da a conocer a la afición en 1973 merced al poeta Antonio Murciano y a través del disco ‘Oído al cante de Chano Lobato’, junto a Manolo Sanlúcar.
En el decenio de los ochenta fue progresivamente cantando “alante” hasta erigirse en maestro supremo, maestría que, aunque manifestada tardíamente, aporta un elemento estético-descriptivo que le distingue de sus coetáneos: su detallado realismo y el conocimiento exhaustivo de la cultura musical de la Gades milenaria.
Cantaor de personalidad propia.
A partir de entonces muestra, desde diversos ángulos, una personal y convincente concepción de la relevancia cantaora de Andalucía. Se erige, pues, en prototipo de cantaor difícil de encasillar, devuelve a Cádiz su más ancestral tradición cantaora pero actualizada y demuestra que el flamenco nunca es lineal, sino plural, lleno de concentraciones pero también de dispersiones. Mas la gran hazaña de su pluralismo estético es, precisamente, haber establecido como principio esencial del arte la libertad de vías para crear. Y es que para un cantaor gaditano hasta la médula como Chano Lobato, ser verdaderamente libre es tratar de alcanzar los más altos y sutiles ideales del actor creador. Difícil, por tanto, hallar hoy una expresión gaditana tan regocijante, universal e irresistible como la suya.
En tal sentido, la propuesta existencial de Chano encuentra en sí misma su propia significación y su confirmación de gran maestro, sin comicidad de ningún tipo, como algún que otro interesado ha pretendido divulgar, hasta el punto que habría que erigir en torno a su obra un alto pedestal para que su aliento contagie al resto del mundo.
A esta luz, el prodigio de su memoria cantaora le permitió, hasta su última actuación en marzo de 2007 en el sevillano Teatro de la Maestranza, que la descripción estilística se apoderara de cualquier tipo de auditorio, y lo hacía con objetividad científica, a modo de un especialista que había estado 60 años con el microscopio en la garganta para trabajar porción a porción por una totalidad inventada que hoy en justicia le pertenece.
El gaditano no analizaba, pues, los cantes como lo haría un investigador, sino que los sintetizaba para luego hacerlos explosionar con el ímpetu de un volcán, esto es, trasladaba la concentración, el intenso lirismo, el equilibrio y tensión musicales de sus creaciones más concisas a líneas y horizontes más amplios y ambiciosos desde un punto de vista formal.
Desde esta visión, la naturaleza a que regresaba la propia naturaleza de los cantes de Chano Lobato, era una naturaleza de vivencias delicadas, cuidadosamente expurgada, agradablemente perfumada, y su actitud magisterial era, en consecuencia, como la del representante seguro y digno de confianza de un pueblo, el gaditano, que es virtuoso para la música y moralmente irreprochable.
Impresiones erróneas.
Sea como fuere, justo es significar que más allá de ver en él a una de las más ejemplares y placenteras figuras que puedan encontrarse en el panorama gaditano, su misma falta de pretensiones, su devoción por las formas rítmicas y el sesgo de vitalidad y frescura que otorga a su tarea cantaora, consciente de sus fuerzas ante sus predecesores, le dieron incluso una falsa impresión de minoridad.
Esto explica que muchos puedieran ignorar que estábamos ante un gran cantaor, sabiamente apegado a los modelos locales, al sabor de la tierra, y con la extraordinaria virtud de resucitar entre nosotros el alto valor moral de aquellos estilos que dan carta de naturaleza al Sur de sures. Aún así, lo que más ha de interesar a la afición al cante y a los amigos incontables del maestro, es que con Chano Lobato se abrieron las puertas del ritmo y nos asaltó una poderosa sensación de desnudez, ya que desvestía el cante con un hechizo acompasado indescriptible y nos hizo partícipes de todo su brillo expresivo.
Por último, vislumbramos igualmente en este ‘Compás de Cante’ y Medalla de Andalucía un elemento definitorio y común de su posición: la descripción de los paisajes musicales, más como observador que como idealizador, como buen explorador de sus propias raíces, de ahí que su magisterio y memoria se prolonguen más allá de su marco cronológico propio, ya que evidencia que supo describir la inquietud y sustancia de un cante realmente vivo, al que sentimos respirar y al que reconocemos como forma irrepetible.
Al tiempo de su adiós, y cuando celebramos el centenario de su amigo y maestro, Antonio mairena, justo sería parafrasear a Félix Grande cuando elogió la obra inconmensurable del primer hijo predilecto de Andalucía: todo lo que no esté en Chano Lobato en los cantes de Cádiz, hoy no está en ningún otro artista. Él fue quien le puso ritmo a la memoria.
Escrito por Compás abierto a las 20:56 3 respuestas
Secciones Flamenco
domingo, 5 de abril de 2009
26-27-28 marzo 2009. Barakaldo, Salamanca y Valladolid
Escrito por Compás abierto a las 14:14 10 respuestas
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